domingo, 28 de noviembre de 2010

Cañuela y petaca.

Cañuela y petaca se trata de:
Mientras Petaca mira desde la puerta, Cañuela encaramado sobre la mesa, descuelga del muro el pesado fusil. Ambos chicos están solos esa mañana. El viejo Pedro y su mujer, la anciana Rosalía, abuelos de Cañuela, salieron muy temprano en dirección al pueblo.
Junto con Petaca, que dos años mayor que su primo, de cuerpo bajo y rechoncho es la antítesis de Cañuela, a quien maneja sin problemas, deciden ir de cacería. Entretanto, había que ocultar la pólvora. Cañuela propuso que se abriera un hoyo en un rincón del huerto y se la ocultase ahí pero Petaca le dijo que había que buscar un lugar seco. Y propuso esconderla en la ceniza.
Luego escondieron el saco de pólvora dentro de un agujero de cuarenta centímetros envuelto en pañuelos de hierbas.
Durante los días que precedieron al señalado para la cacería, Cañuela no cesó de pensar en la posibilidad de un estallido.
Petaca, con el fusil al hombro, sudaba y bufaba. Durante la primera etapa, Cañuela, lleno de ardor, quería que hiciese fuego sobre todo bicho viviente.
Por fin, Vio una pieza digna de cazar. Una loica macho. A cuatro metros del árbol, se detuvo, y reuniendo todas sus cansadas fuerzas, se puso la escopeta a la cara.
Pero justo cuando iba a tirar el gatillo, Cañuela que lo había seguido sin que él se diera cuenta, le gritó de improviso con su vocecilla de clarín aguda y penetrante.
Le grito que no habían preparado el arma. Petaca, aunque bastante perplejo, se inclinaba a creer que la pólvora, e iba a resolver la cuestión es este sentido, cuando Cañuela, saliendo de su silencio, expresó tímidamente la misma idea. Por último un impertérrito chincol tuvo la complacencia, en tanto se alisaba las plumas sobre una rama, de esperar el fin de tan extrañas y complicadas manipulaciones. Pensó que parecía mentira, que un escopetazo suene tan poco, y su primera mirada fue para el ave y, no viéndola en la rama, lanzó un grito de júbilo y se precipitó adelante, seguro de encontrarla en el suelo, patas arriba.
Cañuela, Vio al chinchol irse, no se atrevió a decirle.
Decidieron poner el fusil sobre una hoguera para no llegar con el a su casa y que su abuelo los retara. Transcurrieron algunos minutos, y ya Petaca iba a acercase nuevamente para añadir más combustible, cuando un estampido formidable, los ensordeció. Por más que miró no encontró vestigios del fusil.
En lo alto de la loma a treinta pasos de distancia, se destacaba la alta silueta del abuelo avanzando a grandes zancadas. Parecía poseído de una terrible cólera.
Mientras corría, examinaba el terreno, pensando que así como el abuelo había encontrado la caja del arma, él podía muy bien hallar, a su vez, el cañón o un pedacito siquiera, con el cual se fabricaría un trabuco para hacer salvas y matar pidenes en la laguna. 

Personajes:
Cañuela: niño de 9 años, espigado y debilucho, rubio, ojos claros.
Petaca: primo de Cañuela, 11 años, pelo y ojos oscuros , bajo y rechoncho.

Ambiente físico: Ocurre en un lugar muy cercano al pueblo, donde muy cerca había un bosque donde salían a cazar.
Ambiente sicológico: Era un ambiente tenso, con temor de que los pillaran y con ganas de descubrir cosas.

Narrador: Omnisciente.

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